Acercamiento al Trastorno Obsesivo-Compulsivo (TOC)
El Trastorno Obsesivo Compulsivo es uno de los trastornos psicológicos
más frecuentes entre la población, con una prevalencia de 2,5 por 100. La edad
de origen se encuentra entre los 15 y 20 años. Sobre si es más frecuente en
hombres o en mujeres, existen datos contradictorios. Además, presenta una alta
comorbilidad con otros trastornos (ansiedad, depresión, agresividad, fobias,
disfunciones sexuales, problemas familiares y de pareja…). (Esto significa que
se presenta conjuntamente con otros problemas psicológicos de forma frecuente) y puede llegar a ser altamente incapacitante para quien lo sufre.
Este trastorno está compuesto por dos elementos: las obsesiones y las
compulsiones.
Las obsesiones se presentan en forma de pensamiento, imagen o
impulso (es más frecuente que se trate de un pensamiento que de una imagen o
impulso) recurrente, persistente e intrusivo que es inaceptable o no deseado, y
que además da lugar a resistencia a nivel subjetivo. La obsesión aparece de
forma repentina interfiriendo en el pensamiento y la conducta normal del
individuo, y ocasionando malestar significativo. Las obsesiones son muy difíciles de eliminar
o de controlar, y el paciente suele reconocer que son carentes de sentido.
El contenido de las obsesiones es a menudo repugnante, obsceno,
inquietante, blasfemo, sin sentido, o todo al mismo tiempo. Lo más
característico es que los contenidos sean referentes a contaminación, suciedad,
enfermedades e infecciones, muertes, violencia, agresión, daño, peligro,
religión, aspectos morales y sexuales. Otro tipo menos frecuente es la que se
manifiesta en forma de duda patológica (dudas sobre si se ha hecho lo correcto
en cualquier acto que se realiza) o que sean carentes de sentido. Estas suelen
ir acompañadas de imágenes vívidas que reflejan el pensamiento temido, así como
del temor excesivo a perder el control y de dudas acerca de si se han cometido
los actos temidos.
Por otro lado, las compulsiones son actos estereotipados, repetitivos,
totalmente inaceptables para el sujeto, o aceptables pero que el paciente
considera que son excesivos o exagerados. Pueden ser conductas motoras o
sucesos mentales, en cuyo caso se denominan compulsiones encubiertas. El
paciente experimenta típicamente un bajo sentido de volición (baja voluntad
para controlarlo, el impulso para realizar el acto es extremadamente intenso).
Van precedidas o acompañadas de un sentimiento subjetivo de compulsión,
provocan resistencia subjetiva y en general producen malestar. El paciente, en
momentos de calma, suele reconocer que las compulsiones carecen de sentido o que son excesivas.
Las compulsiones suelen darse como un intento de aliviar o controlar la
ansiedad que generan las obsesiones.
Los estudios muestran que ciertos factores
se relacionan con un alto riesgo a
desarrollar este trastorno, y estos son:
-
Padre o
madre con el mismo trastorno,
-
Estilo
educativo y conductas paternales de control excesivo,
-
Hijo
único o primogénito,
-
Suceso
significativo desfavorable en los 12 meses anteriores,
-
Episodios
de depresión,
-
Rasgos
obsesivos,
-
Edad de
entre 15 y 25 años,
Igualmente, se han observado otros factores
que se relacionan con un riesgo bajo
a presentar el trastorno obsesivo-compulsivo:
-
Ausencia
de familiares con historia de este trastorno,
-
Rasgos
obsesivos mínimos,
-
Personalidad
estable y extrovertida,
-
Ningún
episodio previo de depresión,
-
Ningún
problema significativo reciente,
-
Edad de
más de 40 años.
¿Qué factores hacen que se precipite o manifieste el trastorno?
Entre los factores precipitantes o
detonantes del trastorno, cabe destacar la contribución genética, las
anormalidades neuroanatómicas y la transmisión o aprendizaje social. También,
las dificultades sexuales y de pareja, embarazo y nacimiento de un hijo,
enfermedades o muerte de un pariente, frustración y exceso de trabajo, problemas
en la pubertad, miedo a un incremento de la responsabilidad…
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