lunes, 1 de abril de 2013

La Ansiedad Generalizada y las Preocupaciones


El Trastorno de Ansiedad Generalizada es el trastorno de ansiedad más frecuente de todos. Es por ello objeto de gran interés desde un punto de vista clínico, sanitario y social. Su prevalencia global es del 5%; sin embargo, sólo un 25 % de los pacientes que lo sufren busca ayuda, y además esto, cuando sucede, suele ser tarde, generalmente a los 35-40 años, cuando a menudo han transcurrido más de 10 años desde el inicio del problema, casi siempre derivados por su médico de cabecera por problemas asociados a los que no se encuentra causa de tipo físico, como insomnio, dolores musculares, cefaleas, fatiga excesiva...

La razón por la que los pacientes tardan o no llegan a solicitar ayuda psicológica es debido a que es un trastorno menos incapacitante que otros (como el Trastorno Obsesivo-Compulsivo o el Trastorno de pánico), así como por la creencia ampliamente extendida de que forma parte de su "personalidad". Los pacientes a menudo afirman que ellos "simplemente son así" y que "han sido así siempre", creen que es su forma de ser y por tanto consideran que no es algo modificable.

Este trastorno es más frecuente en mujeres que en hombres (aproximadamente, 60% mujeres, 40 % hombres, al menos en el mundo occidental). Se inicia normalmente en la edad adulta joven (18-30 años) y la duración media de los episodios se encuentra en torno a los 10 años, con fluctuaciones en la presentación e intensidad de los síntomas durante ese tiempo.

Pero, ¿qué caracteriza al trastorno de ansiedad generalizada?



De forma sintética, podríamos decir que la persona que padece este trastorno se caracteriza principalmente por presentar inquietud excesiva y preocupación intensa e incontrolable de forma persistente acerca de varias circunstancias de la vida cotidiana durante al menos 6 meses.

Es un trastorno ampliamente cognitivo en el que se dan típicamente preocupaciones excesivas  y una expectación aprensiva sobre una amplia variedad de circunstancias cotidianas, supuestamente negativas, y perciben que serán incapaces de afrontarlas. Estas preocupaciones se manifiestan como una cadena de pensamientos e imágenes con carga afectiva negativa y relativamente incontrolable. 

El centro de las preocupaciones y de esa expectación ansiosa frecuentemente se traslada de un objeto o situación a otros y el paciente a menudo no reconoce que su preocupación sea excesiva ni que sean la causa del deterioro social, laboral o de otras áreas cotidianas importantes.

Además, todo esto se acompaña normalmente de inquietud motora, impaciencia, fatiga precoz y excesiva, dificultades de concentración, irritabilidad, tensión muscular y trastornos del sueño.

Otros síntomas frecuentes pueden ser sacudidas, temblores, crispamiento espasmódico, sensación de inestabilidad, dolores, entumecimientos musculares, manos frías y húmedas, boca seca, sudoración excesiva, náuseas, diarrea y otras molesticas abdominales, polaquiuria, dificultades para tragar, respiración dificultosa, palpitaciones y respuestas de alama exageradas.


¿Por qué se origina? ¿Cuál es su causa?

Como sucede en todos los trastornos psicológicos, su origen no se puede explicar por una causa única y sencilla. A menudo son muchos los factores que intervienen o influyen en su desarrollo y en su mantenimiento posterior. Entre estos, podemos destacar los siguientes:




Pero, ¿por qué nos preocupamos?

La tendencia a preocuparse se puede explicar por diversos factores:


¿Y a qué llevan las preocupaciones?



*Creencia de utilidad de las preocupaciones (dependencia): 

Precisamente, uno de los puntos llamativos y más representativos de las preocupaciones en la ansiedad generalizada es que los pacientes que lo sufren, creen necesario preocuparse, creen que es útil hacerlo, por eso hay a menudo resistencia al tratamiento, porque quieren seguir preocupándose pero sin que les ocasione malestar; esto es lo mismo que decir que les crea dependencia.
Creen que es útil porque consideran que si no lo hacen, no estarán preparados para los posibles peligros, y aunque les cause angustia y malestar, quieren seguir haciéndolo como una forma de prevención frente a esas supuestas amenazas que en cualquier momento pueden aparecer.



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